Aunque la temporada no ha finalizado en sentido literal, el Madrid ha perdido todas las opciones en las tres competiciones que estaban en juego, por eso creo que es hora de hacer balance de la temporada.
Terminar la temporada sin ningún trofeo y con el máximo rival en condiciones de llevárselo todo invita a una reflexión profunda en dos sentidos. Por un lado, analizando las culpas propias en el resultado del equipo; y por otro, en las del rival más directo.
En cuanto a las propias, diremos que es obvio que hemos de mirar hacia el banquillo y la gestión de la plantilla que ha tenido a su cargo. Ancelotti supo hacer que, en una primera fase de la temporada, nos olvidáramos de los Xabi Alonso y Di María, dos de los pilares de la temporada exitosa anterior. Supo encontrar acomodo a las nuevas incorporaciones y llegar a desarrollar un juego espectacular. Sin embargo, la gestión diplomática de la plantilla (hay jugadores que él considera que deben jugar sí o sí, independientemente de que no den un palo al agua), junto a la lesión de Modric, en primer término y de un rosario de jugadores posteriormente, dieron al traste con todo. Primero se abdicó de la Copa, porque el equipo no podía con las tres competiciones. Luego tropezó en Liga con Villarreal y Atlhetic y se entregó la Liga. Finalmente, fue apeado de la Liga de Campeones por un equipo mediocre, después de unas soluciones algo rocambolescas (situar a Ramos en el centro del campo en Turín fue un fiasco). Así pues, la gestión de la plantilla fue manifiestamente mejorable, al no tener suplentes en condiciones para relevar de vez en cuando a Kroos, jugador que disputó demasiados minutos a lo largo de la temporada. Puede el italiano alegar que no tenía mucho donde agarrarse, pero no fueron pocos los partidos en que goleó y no aprovechó para dar entrada a los jugadores de banquillo. Y eso que contó con un Chicharito que apenas había disputado un minuto, pero que se reivindicó en el tramo final. Tampoco fue capaz de encontrar la fórmula que le permitiera cambiar el signo de los partidos; encontrar revulsivos, mover el banquillo en la dirección adecuada.
En las propias también hay que incluir a los propios jugadores, sobre todo por haber dejado escapar la Liga cuando estaban en franca ventaja. La celebración de Cristiano hizo mucho daño al equipo, dio munición a los medios que se cebaron y crearon un debate nacional sobre la cuestión ética de celebrar, tras caer en la Copa. Descentró a varios jugadores, especialmente a Cristiano. Después de la recuperación de los lesionado James y Modric, dio esperanzas de conquistar algún título; pero la nueva lesión del croata dio al traste con todo. A partir de ahí, comenzó el baile de ideas del entrenador para contentar los egos de la plantilla, y hasta llegar al desastre.
En las ajenas, ni siquiera podemos decir que nos haya apeado el máximo rival con el que nos unen vasos comunicantes. Ellos no nos echaron de la Copa, ellos no nos echaron de la Liga de Campeones, nosotros les entregamos la Liga en bandeja.
Pero no debemos olvidar que en el principio (lo hemos dicho en varias ocasiones) está una deficiente configuración de la plantilla. Pues si el entrenador no confía en Illarramendi, Khedira no tiene categoría para jugar en el Madrid, ningún jugador estrella es centrocampista para sujetar defensivamente al equipo, ¿por qué se cede a Casemiro? ¿para qué se trae a Luca Silva? Y si Coentrao no está para presionar a Marcelo que ha jugado partidos lamentables, ¿por qué no se ficha un lateral izquierdo de garantías en defensa antes de comenzar la temporada?
Por todo ello, abogamos por la sustitución de Ancelotti por un entrenador con perfil intermedio, es decir, ni pasado de carácter, ni falto de él, ni demasiado protagonista, ni pusilánime. En definitiva, que planifique bien la temporada, un entrenador con ideas antes de disputar los partidos y que sepa reaccionar cuando el guion previsto cambia, independientemente del nombre que cada jugador tenga.
Para ello es necesario que la directiva le proporcione un equipo realmente equilibrado en todas sus líneas: un lateral izquierdo de verdad, un centrocampista defensivo auténtico, y un delantero capaz de revolucionar un encuentro.
Veremos qué nos ofrecen unos y otros.
Amigo Miguel, como siempre has puesto el dedo en el sitio exacto. Como mucho, podría apostillar sobre la planificación física del equipo (nefasta), el manejo táctico de los partidos (penoso) y el arrojo de la plantilla (negligente). Quizá señalaría con más vehemencia esto último, porque han demostrado una desgana y una personalidad débil y poco aguerrida tras el "éxito" del "supermundialito". A partir de ahí podíamos comentar sobre las cortas posibilidades que le ofrecía el resto de la plantilla, la falta de confianza en ellos, etc. Enfin, el tramo final y más decisivo fue regalado (o entregado en bandeja como tú bien apuntabas). Un saludo.
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