Excitante, este es el adjetivo empleado por Zidane para definir lo ocurrido ayer con los minutos finales, que con frecuencia se han repetido esta temporada. Según el periodista que formulaba la pregunta, hasta en seis ocasiones ha remontado el Madrid en los minutos finales.
De nuevo jugó el equipo con fuego hasta alcanzar esos minutos con el marcador abierto: un exiguo gol de ventaja. Todos nos temíamos lo peor: un gol del Valencia sin posibilidad de reacción. Y llegó el gol del Valencia en una jugada cantada e ideal para consumar el presagio, una falta a la medida de un ex; Parejo. Por encima de la barrera y a la escuadra, y Keylor no pudo atajar a pesar de que sabía que iría a ese punto. Inmediatamente tocó a rebato y la falta de espíritu, de ganas, de...¿ excitación? mostrada hasta ese momento, se despertaron hasta alcanzar la remontada.
Esto de la excitación está bien; pero a muchos nos gustaría que el equipo, entrenador en primer lugar y fundamentalmente, se agitara mucho antes y así evitarnos a los seguidores una excitación poco saludable.
Porque llegamos a los minutos finales en esas condiciones porque el entrenador no reaccionó a tiempo, y además no estuvo demasiado afortunado. Bien está lo que bien acaba, pero no entendimos el cambio de James, el mejor jugador del equipo hasta ese momento. Todos veíamos que el hombre a cambiar era Benzema (de nuevo poco "excitado" a lo largo del encuentro). Todos veíamos que se precisaban incorporaciones de jugadores con capacidad para agitar el juego amuermado del equipo: Kovacic, Lucas Vázquez. Pero el punto de excitación de Zidane está algo retrasado en el tiempo.
Un partido que pudo haber quedado resuelto mucho antes, si Cristiano no hubiera fallado un penalti allá por el minuto diez de la segunda mitad. Pero rebobinando más hacia atrás, hay que decir que el equipo se vio bastante atascado ante un Valencia ordenado en defensa, que ejerció bien la presión donde quiera que se dispuso a hacerlo y que salió con criterio y rapidez al contragolpe. El Madrid sigue sin saber ejercer presión sobre el rival porque no actúan a la vez. Así es imposible ejercerla. El camino es el de La Coruña. Zidane debe preguntarse el porqué.
El regreso de los titulares fue el regreso a la inoperancia, la falta de movilidad arriba, el pase lento de un lado a otro y sin profundidad. Ni siquiera la leve mejoría advertida en Modric solucionaron el problema. Volvieron a confirmarse los despistes mayúsculos de Sergio Ramos, o los coqueteos de Casemiro con la expulsión innecesaria.
Lo dicho; no podemos negar que es excitante ganar de esta manera los partidos. Incluso hemos concluido que esto es fútbol con letras mayúsculas, pero lo que vale para una ocasión, no es válido cuando se convierte en costumbre. Digamos que... deja de ser excitante y pasa a ser "irritante".
En dos días nos espera otro partido apasionante. Ya veremos si será excitante.