No me gusta escribir en caliente porque la visión del análisis siempre requiere algo de reposo, algo de distancia, pero en el partido de hoy se han plasmado tantos elementos que hemos venido anunciando a lo largo de los meses de esta temporada que no me resisto a ello.
Parece que este equipo ha entrado en fase de agotamiento. Incapaz de hacer dos partidos consecutivos con las energías y concentración que requiere este final de temporada.
Es verdad que este final es agotador, pero también lo es que hemos dicho en otras entradas, que llegar estas alturas con tan pocos jugadores en "uso" no podía ser bueno. La suerte, o no sé qué elemento hizo que hoy uno de esos jugadores que este entrenador ha relegado a la suplencia más absoluta (Casemiro) le haya sacado las castañas del fuego al equipo y al entrenador: paradojas de este juego.
Ya nos preguntábamos después del partido de ida (ver entrada de fecha 3 de abril "¿renta suficiente?") si era renta suficiente el tres cero. Del análisis aquel casi se cumplieron todos los extremos. Pero con lo que no contábamos era con la falta de iniciativa, la abdicación de algunos jugadores y la incapacidad de este entrenador para leer el partido y los jugadores que no necesita para el mismo una vez comenzado éste.
Hoy no sólo fallaron algunos jugadores que no atraviesan un buen estado de forma (Xabi, Modric, Illarra), no sólo se cometieron errores importantes que costaron sendos goles (Pepe e Illarramendi), también se equivocó el entrenador de salida (alineando a Di María, por la debilidad física que atraviesa), o con el balón en juego (no sustituyendo a Benzema o Di María mucho antes).
La imagen del equipo ha sido frustrante y poco esperanzadora de cara al exigente final de temporada. La fragilidad defensiva sigue siendo un elemento desconcertante. Cuando no es uno de los centrales, es el otro el que comete errores de bulto, y en ocasiones los dos a la vez. El centro de campo no estuvo y en todo momento se vieron incapaces de soltarse la presión del equipo alemán, que sometió al Madrid a una suerte de ducha fría; dejándoles tocar en la defensa, sin prisas y presionando a los centrocampistas que se veían sorprendidos.
Los alemanes dieron una lección de cómo se debe hacer la presión. En este caso a partir de tres cuartos del campo. Dejar tocar con confianza al contrario, y buscar el robo todos a la vez en un momento determinado cada uno sobre su par. Ningún secreto. Pertenece al ABC del fútbol, pero cuando de un centro de campo con cuatro jugadores no se puede salvar a ninguno, resulta imposible zafarse de esa presión. No se entiende que jugadores como Alonso o Ramos, que saben jugar en largo, se empeñen una y otra vez en tocar en corto, favoreciendo la presión del contrario.
En fin, un partido del que esperamos que el entrenador tome nota para rectificar. Sobre todo en lo que respecta al uso y abuso de los jugadores en lo que resta de temporada. Ha llegado la hora de los jugadores de banquillo, que tanto hemos reclamado. Esperamos que no sea tarde.
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