Decepcionante partido el que acabamos de presenciar. Sabemos que la Liga estaba prácticamente imposible, pero de ahí a entregarla en bandeja a tu rival debería sonrojar a cualquiera de los responsables de ello: jugadores y cuerpo técnico.
Volvemos a insistir en que la temporada se juega en todos las competiciones, que a veces no se puede abarcar todo y que intentarlo puede llevarte a no conseguir nada, pero facilitarle las cosas a tu rival más directo de esta manera sólo puede complicar las cosas en las otras dos competiciones en que ambos equipos siguen, pues podrá dedicarse a las otras con mayor tranquilidad de lo que lo hará el Madrid, pues ahora ha de preocuparse por defender una plaza en la Liga de Campeones para el próximo curso.
Se puede entender que después de un partido como el del miércoles termines perdiendo contra un equipo de los punteros, pero hacerlo con un equipo en crisis y que ocupa las últimas posiciones de la tabla no parece lógico, con todos los respetos para el Granada.
Las claves de este desaguisado hay que buscarlas en la falta de tensión que hemos visto desde el comienzo del partido. Ya hemos dicho en muchas ocasiones que la diferencia entre la vulgaridad y la excelencia en un deporte colectivo depende de la concentración y disposición de todos sus componentes. Hoy tenemos que decir que no podemos destacar a ninguno de ellos por ninguna de las dos cosas. Con ello queda explicado todo.
Oigo en la SER que el jugador destacado del Madrid es Modric. También esto lo dice todo, porque aparte de la intrascendencia de su juego, ha acumulado no pocas pérdidas de balón a lo largo del encuentro. Ya dijimos que no podía hacer de Xabi, pero tampoco parece preparado para hacer de Özil, a quien hoy hemos echado en falta.
Hoy todos han estado horribles pero la delantera ha estado penosa, a pesar de que ninguno de ellos jugó el miércoles en la Copa el partido completo, sobre todo si tenemos en cuenta que Cristiano estuvo bastante ausente en dicho partido. Hoy ha vuelto a repetir faena, con ramalazos de sus anteriores defectos: individualismo e imprecisión.
Sigue sorprendiendo lo de Di María que junto a la baja forma de Marcelo invitan muy poco al optimismo de cara a lo que queda de temporada.
Cuando tienes la pelota y no quieres correr, no quieres buscar desmarques, no tienes movilidad, estás condenado a correr más detrás de ella para recuperarla. Hoy no se hizo ni una cosa ni la otra, por eso no se generaron jugadas de ningún tipo: ni de ataque ni de contraataque.
Un verdadero desastre. Ya veremos la repercusión de esta derrota en un equipo con evidentes problemas de unidad de esfuerzo y ambición.
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