Hoy hemos vuelto a ver ese Madrid errático, sin ideas, desganado: un desastre. Desde el minuto uno al noventa no hemos hecho una sola jugada digna de llamarse tal.
Lo malo es que ya es el tercer partido consecutivo en el que el equipo no transmite buenas sensaciones. De repente parece que todos los jugadores estén en baja forma. Todo lo contrario de lo que ocurría hace tan solo un par de semanas.
A la vista del partido de hoy, cabe hacerse algunas preguntas. Sobre todo porque no es cuestión de un partido. Bien es verdad que lo de Moscú pudo achacarse al frío, al fin y al cabo el equipo luchó durante noventa minutos y perdió la concentración en uno, que le costó dejar la eliminatoria sin rematar. También es verdad que las horas de hoy no eran muy propicias. Pero cuando te estás jugando la temporada, es exigible una mayor concentración y esfuerzo.
Por eso, a pesar de todos esos inconvenientes, nos preguntamos por qué está pasando esto. No queda más remedio que volver la cabeza hacia el banquillo, pues no se entiende que se siga insistiendo en poner a jugadores que cuando se entregan no dan mucho de sí (Kaká, Khedira), y cuando no lo hacen como hoy, menos aún.
No se entiende por qué no juega Granero, un jugador que tiene más presencia en el campo que los dos anteriores juntos. Tampoco se entiende por qué sigue jugando, desde mi punto de vista, Arbeloa. Aunque sé que este caso es discutible para algunos, yo veo que en numerosas ocasiones el extremo de su banda recibe con una comodidad pasmosa, unas veces porque él no está (se ha ido al ataque donde no aporta nada) y otras porque se mete en el centro de la defensa. Quizá sea una consigna del entrenador, porque Marcelo también lo hace.
Se mire como se mire, el partido de hoy fue una castaña inaguantable, y más vale que se pongan las pilas todos, porque de esta manera no hace falta que el Barça se emplee a fondo: nos alcanzará tarde o temprano.
Hoy no se salva ninguno de los jugadores que han estado sobre el terreno de juego. Hemos dicho hace muy poco que el equipo había encontrado ese punto de concentración colectiva que hace parecer bueno a cualquier jugador que se alinee. Pero en demasiado corto espacio de tiempo hemos pasado a una visión completamente contraria, según la cual, cualquiera que se alinee ahora parece un jugador mediocre. Hoy, ni Sergio, ni Pepe (ambos estaban demasiado nerviosos con el delantero centro del Rayo); ni Alonso, ni el Pipa; ni Casillas (vaya con las salidas), ni Cristiano (este se justifica a sí mismo con el gol churrigueresco que ha colocado). Todos han estado horribles. Mejor no hablar del resto.
Sigo mirando al banquillo y le pregunto por qué, señor Mourinho.
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