Había visto la eliminatoria del Atlético contra el Athletic y pensé que el esperado declive del equipo colchonero se empezaba a atisbar en lo referente al aspecto físico; sin embargo, su disposición en el terreno de juego y la concentración defensiva a lo largo del encuentro, y muy especialmente en el último tramo del partido de vuelta, me hizo pensar que este equipo sería muy difícil de batir, incluso cuando no estuviera en su mejor momento.
Pero parapetarse atrás desde el minuto uno resulta muy complicado. Si la fortuna no te acompaña, son demasiados minutos. El Madrid no tenía apenas que preocuparse por su defensa dado que el Atlético casi renunció al ataque.
En los compases iniciales el Madrid dominaba el partido a partir de la posesión de la pelota, pero una y otra vez los atléticos cerraban y ganaban superioridad defensiva con su ejemplar basculación a un lado y otro y sus dos líneas de cuatro y cinco jugadores bastante juntas. Tuvo por eso que venir el primer gol de las botas de Pepe que ganó la frontal a sabiendas de que dejaba superioridad en su defensa. Hubo fortuna en la desviación del esférico, pero cuando se juega con fuego... Durante gran parte del primer tiempo se temió lo peor. Hubo demasiada marrullería entre Diego Costa y prácticamente toda la defensa del Madrid. Por suerte, no hubo ninguna expulsión que hubiera arruinado el partido.
A partir de aquí, el Atlético siguió con el mismo esquema de juego. Confió en que tal vez un gol no era mucha renta para ir a casa y siempre habría la posibilidad de hacer alguna diana a balón parado o fruto de alguna incursión de Diego Costa. Pero ese gol no llegó, antes al contrario, comenzaron a surgir más huecos y más posibilidades, hasta que se materializaron otros dos más.
Con el avance del encuentro la superioridad blanca fue en aumento, terminando por poner más ganas en el juego que los rojiblancos. Vino a disputarle el partido en su especialidad, la intensidad.
De manera que hoy fue el equipo el que hizo posible esta importante victoria; si bien hemos de destacar la mejoría experimentada respecto del partido contra el Athletic en la medular, especialmente por parte de Modric, que volvió a ser ese jugador todoterreno capaz de aclarar el juego con un simple regate o caracoleo. Gran partido también de Di María, porque a la par que ayudó defensivamente a su lateral consiguió llegar con claridad arriba: su pase a Jesé en el segundo gol fue genial. Excelente partido también del canario. Siempre que entró en contacto con la pelota llevó peligro. Me gustó especialmente durante el tiempo que jugó por la izquierda, aunque su entrada por el centro en el segundo gol fue fulgurante. Ancelotti debería encontrarle un hueco en el equipo a este chico que está cumpliendo cada vez que se le da una oportunidad. Hoy además ha tenido una continuidad percutiendo una y otra vez sin complejos, que era su punto flaco hasta ahora en los partidos completos.
Este resultado deja la eliminatoria bastante decantada, y ello permite al Madrid pensar en este mes de febrero con mayor tranquilidad. Y lo que es más importante, con el camino marcado hoy hacia los éxitos: sentido de la anticipación y la intensidad en el juego.
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