Comenzó el Madrid sesteando, y cuando quiso darse cuenta en veinte minutos había recibido dos goles, uno de ellos poniendo en evidencia el gran defecto que arrastra durante toda la temporada, las jugadas a balón parado.
Volvió a recordar este equipo al del comienzo de temporada, ese equipo perezoso y falto de ambición. Así se llegó al final de la primera parte.
Si no fuera porque durante la segunda parte apareció el otro Madrid, podríamos estar hablando del entrenador como de esta situación. Pero "yo me lo guiso y yo me lo como", Mourinho decidió que ya estaba bien de experimentos y colocó con dos cambios a cada uno en su sitio. De repente todo comenzó a funcionar y surgió un vendaval que dio al traste con las aspiraciones del Mallorca que vio cómo en tan solo diez minutos le hacían tres goles, y pudieron haber sido más si no hubiera mediado una magnífica actuación durante toda la noche del guardamenta del Mallorca. Y aquí acabó la historia de este partido.
Pero volvamos al principio. La alineación inicial parecía obedecer a la necesidad de meter en el equipo a Pepe como sea. Lo de Morata en el extremo me pareció lamentable. Y eso que todo lo que hizo lo hizo bien. Pero ese no es el puesto en que puede hacer daño. Pepe se pierde en esa posición y encima no significó un aporte extra para defender las posiciones en balones parados, que ya podían haber justificado su inclusión. La pregunta que me hago es que si el entrenador cree que Pepe tiene que jugar sí o sí, pues debe convencer a Ramos de que ha de ocupar el lateral derecho, pedirle ese sacrificio y alabarlo a la menor oportunidad. Pero ese no es el estilo de este entrenador; él prefiere mandar mensajes sibilinos y recaditos a través de los medios de comunicación.
En el lado positivo encontramos varias cosas en este partido:
Por un lado, la mejoría experimentada por Higuaín en todos los aspectos de su juego. Se le ve con mucha más participación, se ofrece constantemente, tira diagonales, mete goles y los da. Lo destacamos en el titular porque ya hemos señalado la importancia que tiene para el equipo el recuperar a los delanteros perdidos.
Por otro, la buena actuación de nuevo a cargo de Modric, porque aguantó todo el partido dando salida al balón, distribuyendo con criterio y, sobre todo, aguantando la pelota cuando la situación lo requería. Redondeó su actuación con un gol magnífico desde la posición de la frontal del área que parece su especialidad.
Por último, la buena actuación de nuevo de un jugador llamado a grandes gestas. Özil revolucionó el ataque y transformó el tedio en alegría. Su entrada pareció un toque de corneta, pues de repente todos se pusieron a funcionar. Bien es verdad que tanto su entrada como la de Benzema y la recolocación de Pepe en el centro de la defensa supuso que todos estuvieran jugando en sus puestos.
Lo cierto es que todos estos factores coincidieron en el tiempo, pero Özil aportó el plus de calidad que marca las diferencias.
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