No podemos hablar de un gran partido el que vimos ayer por parte de ninguno de los dos contendientes. El Madrid parecía un equipo sin hambre, sin alma y completamente desmotivado. Los grandes jugadores estaban atenazados y sin ideas, especialmente manifiesto en el caso de Ronaldo. Qué parte de culpa tuvieron en ello el entrenador y el equipo inglés es difícil de determinar, pero está claro que el sistema que implantó Ferguson dejó al equipo blanco sin espacios y con muchas dificultades para maniobrar. Maniatado Alonso y Ronaldo fuera del partido, esperamos la aparición de Özil que ayer no se produjo.
Hasta que llegó el momento de la expulsión de Nani el control del juego era totalmente del Manchester, sobre todo tras lesión de Di María. Esta jugada fue clave para el devenir del partido, pues la reacción de uno y otro equipo (ya sabemos que estas reacciones tienen vasos comunicantes) y de uno y otro entrenador llevó al repliegue y atrincheramiento del Manchester. Mourinho tomó una decisión magistral al sustituir a Arbeloa por Modric, pues el primero contaba con una tarjeta (y con un expulsado en las filas del otro equipo nunca se sabe...), y el segundo trajo aires muy oxigenados a su equipo. Así las cosas el Madrid dispuso de sus mejores minutos en el partido, consiguiendo los dos goles que le ponían la eliminatoria muy de su lado. Curiosamente, una nueva decisión de Mourinho incorporando a Pepe en el lateral derecho trastocó de nuevo el encuentro pues el equipo acorralado se comenzó a estirar y el Madrid se descolocó de una forma increíble y desesperante. El equipo se hizo demasiado largo, se fracturó y no supo sacar provecho de su mejor arma: el contragolpe.
Todos temimos lo peor. De haber conseguido empatar (lo impidió la magnífica actuación de Diego López) todos los indicios apuntaban a una remontada épica. Sólo la mala suerte y el portero lo impidieron.
Es sorprendente que los nombres propios en el sentido positivo sean Modric, Diego, Higuaín o Varane. Cuatro jugadores que no contaban para protagonizar nada hace poco más de un mes. El primero revolucionó el encuentro, no sólo porque marcó un magnífico gol, sino porque controló y dio salida y oxigeno al equipo que estaba asfixiado; el segundo hizo paradas decisivas, alguna de ellas muy de Casillas. Como siga así acabará siendo un Casillas bis, también parece que se le caerá el larguero encima. El tercero abrió en la banda derecha el ataque blanco en la segunda parte, se empleó en defensa a fondo e hizo un pase de gol único; y finalmente el francés volvió a demostrar lo que es un jugador en forma: llegaba a todas, arriesgaba y no necesitaba hacer falta para aguantar al contrario. Tuvo un solo lunar que puede que no sea culpa suya, pues la falta de contundencia defensiva del equipo es secular tal vez haya indicaciones de sacar jugando. Nos costó un gol, pero evitó algunos a lo largo del partido.
Ayer no fue un buen partido, pero cerró una semana que se guardará en la memoria de los aficionados madridistas, sobre todo si finalmente se consiguen los títulos en juego. Aún no se ha conseguido nada: la memoria es esquiva al fracaso y tiene querencia por el éxito.
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