Tras una penosa media hora por parte del Madrid, y en la que pareció serle indiferente ir por detrás en el marcador; el gol de Isco en el treinta y dos, sin méritos para ello, despertó de repente a los blancos, que a partir de ese momento se transformó como por arte de magia.
La acumulación de jugadores en el centro de campo no trajo ninguna mejoría en el juego de inicio. Más bien al contrario, se vieron desbordados por el Osasuna en varias ocasiones antes y después del gol tempranero que los rojillos lograron sin demasiada presión. Y es que todo el equipo salvo Benzema parecía adormecido, como en siesta. La alineación de Bale de inicio tampoco ayudó a despertar los ánimos en la parte delantera. El galés no está, aunque parece que Zidane le espera: lentísimo, impreciso, poco trabajador y colaborador. Aún no acabamos de entender su alineación.
Pero todo cambió, como hemos dicho, a partir del primer gol. Allí comenzó a desatarse Isco, con un juego menos especulativo y más incisivo de lo habitual; apareció Modric, con sus arrancadas que clarifican enormemente el frente de ataque; y el mejor Benzema, con una movilidad y una capacidad de asociación extraordinarias, su seña de identidad. No es de extrañar que se enfadara por el cambio por Jovic hacia el final del partido. Quería marcar. Sabía que en los minutos finales el Osasuna se había lanzado arriba y el momento era propicio para ello. Así lo certificó Jovic con un golazo; el que Benzema ansiaba.
Las entradas de Lucas Vázquez y Vinicius dieron un nuevo aire al equipo, al permitir transiciones mucho más rápidas y una mayor capacidad de desborde.
Un partido cuya historia se enmarca dentro del fútbol actual. Sólo trabajando mucho se puede doblegar a equipos de inferior calidad técnica. Sin ese esfuerzo, resulta casi imposible alcanzar el objetivo. Ayer se jugó con fuego durante media hora; pues, de haber materializado alguna más el Osasuna, quizá la fiesta habría terminado de otra manera.
Bien haría Zidane en poner a los que realmente tienen ganas de trabajar. Bale no está en condiciones, y eso puede crear malestar en la plantilla. Por otro lado, es menester que busque el equilibrio del equipo por el lado de tapar los laterales y no por el de acumular centrocampistas. Es verdad que tiene un problema en esa zona (ayer dejó a Kroos en el banquillo), pero quizá sea mejor alternarlos que hacer un dibujo para meterlos con calzador. La pérdida de la Copa pudo haber dado más salidas a algunos de ellos, pero el carrusel de cambios que introdujo no fue acertado. A estas alturas Zidane debe saberlo mejor que nadie.
En fin, en todo es el entrenador quien tiene todos los datos. Pero en la Copa no parece que los manejara muy bien. Veremos.
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