Que en el minuto siete de partido tu equipo muestre todas las carencias en una sola jugada pero trascendental, es bastante irritante; sobre todo para los aficionados que contemplamos cómo ni el entrenador, ni los jugadores habían preparado a conciencia este partido. En un contragolpe en el que tienes mayoría de defensores terminas dejando que el contrario maniobre y descoloque a toda la zaga, ya de por sí poco ordenada. Ni James asiste a su compañero Odriozola en el uno contra uno que ha de solventar contra el jugador más determinante del equipo contrario, Lago Junior (se supone que debían saberlo antes de saltar al terreno de juego), ni el propio Odriozola maniobra bien al proteger la banda en lugar del disparo que ofrece más ángulo al delantero, ni el resto de defensores tienen a su par cubiertos. Este desmadre se volvió a repetir en varias ocasiones.
Se podrá alegar que tenían la mente puesta en Turquía, pero cuando se ha repetido hasta la saciedad que la Liga es la competición prioritaria, no se puede a renglón seguido descolocar el equipo a la primera dificultad que abordas en la Champions. Es el propio entrenador el que se había impuesto esa prioridad. El equipo, a pesar de los pesares y del mal juego, seguía siendo el líder de la competición. Ya sabías que el Barça se acercaba peligrosamente, pero tú decides que lo prioritario es la Champions. Parece una contradicción más de Zidane entre lo que dice y lo que hace.
En una interpretación simple, podríamos decir que los suplentes (Odriozola, Isco, Jovic, Vinicius) no respondieron a lo que se espera de ellos en un partido propicio para reivindicarse. Pero el juego desplegado por el equipo titular tampoco ha sido espectacular en lo que va de temporada. Le ha costado encontrar un once que funcione, si es que la entrada de Valverde en el centro del campo puede considerarse la tecla clave, tal como habíamos apuntado en nuestra anterior entrada. Por tanto, lo que corresponde cuando has encontrado el once que mejor te ha funcionado es insistir con él, al menos durante unos partidos que permitan coger los automatismos necesarios. Al fin y al cabo el más damnificado por el periplo de selecciones era Casemiro, y este estaba alineado de nuevo.
No lo hizo así el entrenador. Prefirió arriesgar con jugadores que no están a la altura o que no están en forma y el resultado fue catastrófico; porque se perdió el liderazgo y apareció el raca-raca del banquillo. Ahora ya para quedarse, porque, como ya dijimos a comienzos de temporada, esta vez no va a haber paciencia con Zidane.
Todo el equipo estuvo mal, pero dio pena ver a Isco en el campo. La intrascendencia de su juego, la falta de chispa y la sensación de estar desnortado. Jovic no pudo dar ni pena porque no tocó la pelota. James no entendió que era un partido para fajarse, y lo evidenció en la jugada del gol que hemos comentado arriba. A Vinicius le faltó clarividencia a la salida brillante en ocasiones de sus arremetidas. Y Marcelo y Odriozola demostraron una vez más que defensivamente dejan mucho que desear y que tampoco en ataque se prodigaron; justificado en el caso del vasco porque tenía un hueso duro de roer.
Así que nos encaminamos de nuevo al partido decisivo de hoy martes en que el Madrid se juega demasiadas cosas. Se la juega el equipo en la competición; si pierde será imposible seguir en la misma. Se la juega el entrenador, porque la derrota le deja en una posición muy delicada. Se la juega Florentino, porque se vería obligado a tomar una decisión muy arriesgada a comienzos de la temporada y fuera de su competición fetiche. Y finalmente, nos gustaría decir que se la juegan los jugadores, pero esto nunca es así porque a ellos no se les puede echar, y menos a la altura de la temporada en que estamos.
Esperamos que el entrenador no se equivoque de nuevo, haya estudiado a su rival y ponga en el terreno de juego a los jugadores que están más en forma. En unas horas lo veremos.
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