Zidane ha anunciado por sorpresa para muchos la salida del Real Madrid. Muchos son los que dicen que de este club nadie se va, se le echa.
Pues bien, ahí está este hombre para demostrar que este tipo de afirmaciones tan rotundas están para ser desmentidas. Sin aspavientos, sin inmutarse aparentemente, como es su estilo de comportamiento; anuncia que se va cuando casi nadie se lo esperaba.
Y decimos casi nadie, porque ya habíamos oído a Ramos decir medio en broma, unas semanas antes de la terminación de la temporada, que lo mismo ganaba la Champions y se marchaba; referido a su entrenador. ¿Es que el capitán, que ha sido uno de los pocos que conocía la noticia a través del propio Zinedin, sabía ya algo entonces? No lo creemos. Pero sí creemos que el de Camas lo intuía porque él ha vivido de primera mano la evolución del vestuario y el equipo en estos años.
Cuando en enero (véase entrada del jueves 25 de enero: Zidana, game over) criticábamos a este entrenador y pedíamos su salida (ahora nos tenemos que tragar con mucho gusto gran parte de aquellas palabras), porque se notaba la falta de control y capacidad de motivación del grupo humano que tan bien había manejado hasta entonces. La verdad es que no sabíamos hasta qué punto estábamos en lo cierto, ya que esa era la conclusión a la que había llegado el propio entrenador. Y eso es lo que ha precipitado su salida, según sus propias declaraciones.
Luego, este equipo le ha respondido en la competición más importante para el club y para la afición (nada hay que motive más a los aficionados que ganar la Liga de Campeones: reinar en Europa); pero para esa fecha creemos que su decisión ya estaba tomada. En su peor año (y en esto nos equivocamos rotundamente) ha logrado sacar de estos jugadores que le dejaron tirada la temporada lo más preciado: la Decimotercera.
Y nos parece una forma elegante y sabia de marcharse. De todos es sabido que, salvo excepciones, la gestión de grupos humanos produce un desgaste en las relaciones que Zidane no ha querido afrontar, con buen criterio a nuestro entender. Porque, como él mismo dice, sentía que no podía ofrecer soluciones a los problemas que ha tenido esta temporada para disputar todas las competiciones hasta el final como exige esta entidad.
Llegó de una forma sorprendente a hacerse con las riendas del equipo. Su nombramiento fue cuestionado desde el primer día. Solo los triunfos permanentes e impresionantes acallaron las críticas a su falta de preparación para dirigir a este equipo. Llevó el nombre de este Club a lo más alto. Y se marcha con una generosidad y humildad impropias del mundo actual.
Se marcha un caballero en toda la regla. Un hombre tranquilo y discreto que logró apaciguar este convulso y difícil club, y por añadidura, con una sonrisa permanente. El modelo de entrenador que parece triunfar en este club, pese a las opiniones de mano dura y caras largas que otros se empeñan en demandar.
¿Quién nos vendrá ahora? Ojalá podamos decir de él cuando se vaya lo mismo que ahora decimos de Zidane:
Gracias, infinitas gracias. Te deseamos lo mejor.
Gracias, infinitas gracias. Te deseamos lo mejor.
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