El caso es que no se puede decir que el Madrid mereciera perder este partido, ni mucho menos. El equipo estuvo voluntarioso, laborioso y más organizado que de costumbre. Parece que tenían un poco más claro cuál era la parcela que cada uno debe ocupar y cubrir en el terreno de juego. Pero no fue suficiente por la poca puntería de los delanteros (lo de Cristiano resulta bastante increíble), y la manifestación de las carencias coyunturales, estructurales y de dirección de obra que padece la Casa.
El partido transcurrió con bastante tranquilidad, el juego era fluido, con destellos de vez en cuando de ocasiones que no llegaron a materializarse; unas veces por el acierto de Asenjo y otras por el desacierto de los delanteros, aliñado con alguna que otra mano o pierna del rival sacada a pasear sin otro propósito de interceptar la pelota o la pierna del rival y que el árbitro no consideró merecedora de la pena máxima.
En cualquier caso, se vislumbraban ocasiones del Villarreal en superioridad numérica, que no llegaban a cuajar por alguna que otra intervención in extremis de uno u otro defensa. Esta circunstancia fue agravándose a medida que el tiempo se agotaba y nervios y cambios empezaron a descomponer de nuevo al Equipo, que no supo "nadar y guardar la ropa". De modo que cuando el Villarreal consiguió su gol en un magnífico contragolpe, que puso bien a las claras cuáles son los problemas de este Madrid de Zidane, a nadie pudo extrañarle por más injusto que resultara para el aficionado merengue.
Y es que ese contragolpe vino a decirnos que la organización defensiva es un desastre, pues ya hemos comentado que sucedió en varias ocasiones previamente. No es concebible que un equipo de la más alta competición no sepa gestionar las posiciones de cada uno en un saque de esquina. Tampoco lo es que en este equipo pueda estar jugando Marcelo, que quedó en evidencia en el gol del Villarreal, tanto a nivel físico, como a nivel táctico a la hora de tirar de algún recurso de veterano.
Hoy por hoy el equipo tiene demasiadas goteras defensivamente hablando, algún boquete como el de Marcelo que todo el equipo se ve en la obligación de taponar una y otra vez; y un boquete de campeonato en el centro de ataque. Ayer era insoportable ver cómo el equipo se estrellaba una y otra vez ante el muro defensivo del Villarreal y cómo basculaban a su alrededor de izquierda a derecha el frente de ataque merengue, sin poder jugar entre líneas o meter balones interiores porque en esa parcela no había nadie. Al Villarreal le bastó con ajustar el marcaje a Cristiano de un modo más estrecho y posicionarse bien en el terreno para taponar toda opción por bandas. Taponadas las bandas, al no haber juego interior porque el Madrid juega sin delantero centro, un equipo ordenado bastó para pararlo.
Ya lo empiezan a admitir los propios jugadores (véase declaraciones de Kroos) lo que anticipamos aquí hace mucho tiempo: que en esta Liga la aspiración es quedar entre los cuatro primeros. Pero hasta ahora hemos creído que, dando por perdida la Liga, este grupo tenía crédito y solvencia para hacer un buen papel en las otras dos competiciones. Hoy lo dudamos, porque visto lo hecho en la Copa, en la que un Numancia le hizo dos goles sin más problemas; y el hueso que nos ha tocado en suerte en la Liga de Campeones, vemos muy difícil que estas goteras y boquetes no afecten a todo el "edificio".
Llegados a este punto de reflexión, alguien debe anotar que los cimientos están mal desde el inicio de temporada, pues no puede ser que los sustitutos de los laterales sean chicos con una falta de fundamentos elementales para estar en el Madrid, o que el equipo solo tenga un delantero centro. Delantero centro que además no utiliza el entrenador. Todo apunta a que el responsable de este desaguisado es el entrenador, como lo es del desbarajuste y desorganización del equipo.
Siendo verdad que Zidane se ha ganado el derecho a tener un enorme crédito, éste no puede ser ilimitado. Repite jornada tras jornada, partido tras partido la misma idea: "esto lo sacamos adelante, yo no le reprocho nada a los jugadores". Pero esto más que una idea es un acto de fe y de falta de análisis descomunal. Quedan un mes decisivo por delante. Veremos.
Ya lo empiezan a admitir los propios jugadores (véase declaraciones de Kroos) lo que anticipamos aquí hace mucho tiempo: que en esta Liga la aspiración es quedar entre los cuatro primeros. Pero hasta ahora hemos creído que, dando por perdida la Liga, este grupo tenía crédito y solvencia para hacer un buen papel en las otras dos competiciones. Hoy lo dudamos, porque visto lo hecho en la Copa, en la que un Numancia le hizo dos goles sin más problemas; y el hueso que nos ha tocado en suerte en la Liga de Campeones, vemos muy difícil que estas goteras y boquetes no afecten a todo el "edificio".
Llegados a este punto de reflexión, alguien debe anotar que los cimientos están mal desde el inicio de temporada, pues no puede ser que los sustitutos de los laterales sean chicos con una falta de fundamentos elementales para estar en el Madrid, o que el equipo solo tenga un delantero centro. Delantero centro que además no utiliza el entrenador. Todo apunta a que el responsable de este desaguisado es el entrenador, como lo es del desbarajuste y desorganización del equipo.
Siendo verdad que Zidane se ha ganado el derecho a tener un enorme crédito, éste no puede ser ilimitado. Repite jornada tras jornada, partido tras partido la misma idea: "esto lo sacamos adelante, yo no le reprocho nada a los jugadores". Pero esto más que una idea es un acto de fe y de falta de análisis descomunal. Quedan un mes decisivo por delante. Veremos.
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