Antes del encuentro todo el mundo coincidía en que para el R. Madrid este era un partido muy importante, que no podía fallar. Y falló, luego, más allá de que informativamente hablando no se puede en el mes de noviembre dar por muerto a uno de los equipos que mantienen este negocio en pie, la realidad es que la distancia empieza a ser considerable.
No obstante, esa distancia no es insalvable si no fuera porque hay síntomas que nos indican que la enfermedad está extendida y precisa de una terapia de choque urgente.
Vayamos a ello.
El entrenador al término del encuentro manifiesta que no está preocupado. Además le oyes hablar y parece que es verdad que no lo está. Puede que su dominio del lenguaje no le permita expresarse en términos correctos, pero esta idea de falta de preocupación la repitió en varias ocasiones. Puede que diga una cosa y sienta la contraria. Puede que diga una cosa ante la prensa y haga la contraria ante los suyos. En cualquier caso se trata de una afirmación absurda por cuanto lo menos que debe hacer en su situación es estar preocupado buscando soluciones urgentes.
Durante la mayor parte del encuentro se vio a un equipo con los brazos caídos, indolente, falto de actitud. Y el entrenador sale a rueda de prensa a decir que ha visto bien a su equipo "solo ha faltado un poco de concentración en los goles" (se le olvidan los dos palos del contrario antes de marcar Isco en una jugada aislada). Escuchas el relato de Zidane sobre el encuentro y parece que hemos presenciado otro encuentro. Esperemos que se trate de una estrategia de puertas a fuera, porque si no la solución será harto difícil.
Finalmente, la actitud de la mayoría de jugadores fundamentales del equipo no estuvieron a la altura, y eso a pesar de haber tenido una rotación masiva en la Copa. Sergio Ramos, este sí con problemas de concentración entregando la pelota al contrario; Marcelo desdibujado como atacante, ya sabéis lo que opinamos como defensor; Kroos desbordado defensivamente todo el tiempo; Modric, sin presencia en ataque y con numerosas pérdidas de balón que es su fuerte; Cristiano desaparecido en todos los sentidos salvo en el de quejarse de su suerte todo el rato.
De todo lo dicho anteriormente solo salvamos a Isco. La pena es que se pegó una paliza impresionante para nada, porque sus compañeros no estaban por la labor.
La reacción de Zidane consistió en colocar a Asensio y Lucas en el terreno de juego. Da la impresión de que el entrenador no hace cambios en función de lo que el equipo necesita (Modric y Kroos arrastrándose por el campo y retira a los laterales), sino que tiene numerados y ordenados a los jugadores y los saca en función de ese orden. De manera que después del once saldrá el número 12, y después el 13. El domingo debió imprimir otro aire al centro del campo, y sí cambiar a Marcelo porque encarnaba la apatía y el desgano en el partido. Volvieron a fallarle los cambios porque no se trataba de sustituir a uno o dos jugadores sino a más de la mitad de ellos.
Falta gol porque el delantero que hasta ahora lo aportaba de forma segura (Cristiano) a nuestro entender ha decidido no competir en la Liga. Se ve muy lejos del rival sempiterno y piensa que debe centrarse en la Champions. Allí vemos al Cristiano insaciable y competitivo que no hemos dejado de ver en la Liga.
¿Puede ganarse esta Liga todavía? Por supuesto que sí; pero han de producirse demasiadas circunstancias para que eso se consiga. Y la primera es que el propio equipo reaccione y quiera conseguirla. A día de hoy las señales y los hechos son todo lo contrario. A este equipo le han plantado cara sucesivamente: Levante, Valencia, Betis, Alavés ... y ahora el Girona. En todos los partidos hemos observado falta de puntería y acierto de cara al gol, porque se han generado numerosas ocasiones, pero ante el Girona esto no fue así. El rival tuvo más oportunidades y fue un justo vencedor. En definitiva, aún vamos para abajo.
El miércoles veremos si hemos tocado fondo.
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