Ya sabíamos que en el peor de los casos la clasificación quedaría en ventaja para el Madrid. Esta circunstancia restaba no poca emoción al encuentro. Y aunque un partido entre dos equipos con una rivalidad tan exacerbada siempre despierta emociones fuertes, la situación en la tabla mitigaba sustancialmente la exaltación.
A ello añadimos que ninguno de los dos equipos estuvo a la altura de lo que en principio se esperaba. Con un Madrid bien replegado y ordenado en defensa y un Barça incapaz de generar juego y peligro en la portería contraria, salvo algunas acciones a balón parado; transcurrió la primera parte. En la Segunda, la llegada del gol azulgrana, fruto de una jugada a balón parado, dejó a los blancos bastante descontrolados. La situación se agravó con la entrada de Iniesta. El Madrid naufragó durante un cuarto de hora en el los culés pudieron haber sentenciado.
Pero los minutos finales volvieron a ser cruciales para los blancos. El característico "arreón" final les llevó a lograr el empate in extremis.
Creemos que Zidane alineó el equipo adecuado de inicio, pero trató con demasiado respeto a un equipo que evidenció estar en horas bajas. Aunque es verdad que este tipo de encuentros son un paréntesis en la trayectoria de los dos equipos, también lo es que cuando se está en baja forma no es fácil sobreponerse. Por eso pensamos que el Madrid debió ir a por el partido con más fe y determinación de lo que lo hizo.
Está claro que con la táctica empleada, el Madrid estuvo a un palmo de salir derrotado si Neymar hubiera encontrado portería en el aclarado que se buscó frente a Carvajal con el uno a cero. Tenemos derecho a preguntarnos qué hubiera sucedido si a este Barça se le hubiera presionado más arriba o se hubiera salido con más efectivos arriba. Vimos con frecuencia contragolpes con tan escaso acompañamiento que hacían inoperantes los mismos.
El resultado final no es malo. Mantener seis puntos de ventaja sobre tu inmediato seguidor es muy importante, pero hoy tenemos la sensación de que se ha perdido una buena ocasión para haber dejado la Liga en una ventaja decisiva; sobre todo tras la derrota del Sevilla y el empate del Atlético.
Con todo el partido dejó algunas evidencias bastante claras. Por un lado, que Benzema no está en condiciones (bien haría Zidane en exigir su puesta en forma en el banquillo); por otro, que seguimos concediendo demasiadas facilidades por arriba en defensa, algo incomprensible en un equipo que tiene entre sus virtudes atacantes los balones aéreos. Algo falla en los balones a balón parado, ¿esto no puede ensayarse mejor? Es lamentable que el esfuerzo de todo un partido se vaya al garete en una jugada de este tipo, cuando tienes la condición indicada. Y que quedó bien demostrada de nuevo en el gol de Ramos.
No queremos hablar del árbitro en profundidad, pero no es menor que en el minuto inicial dejara de señalar un penalti, con la correspondiente tarjeta amarilla para Mascherano que hubiera condicionado todo el partido; así como que hubo otro agarrón del mismo jugador a Cristiano que bien pudo ser también penalti. Viene a engrosar el historial de Clos Gómez que no es precisamente muy positivo para el Madrid.
Así pues, todo sigue como estaba pero con el factor campo a disputarse en el Bernabéu. Ya veremos cómo están los dos equipos en la segunda vuelta. Quizá para entonces tengamos a Bale recuperado y el tema de Benzema resuelto, sea o no titular.
Esperamos que los medios dejen de marearnos con records y entelequias por el estilo (véase el mundialito), y permitan a los jugadores seguir centrados en lo que interesa, seguir sumando puntos de tres en tres, sin dormirse en los laureles como sucedió contra el Sporting de Gijón. A la vista está la Liga de Campeones en la que no se juega un asunto menor, también por aquello de los laureles. Veremos.
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