No sé quién acuñó esta expresión conocida como el virus FIFA, lo cierto es que tras las convocatorias de las respectivas selecciones se producen incidencias que van desde las lógicas lesiones hasta el cansancio, motivados por el juego o por la retahila de kilómetros que con frecuencia se ven obligados a realizar en pocos días. Lógico, porque este es un peaje que todos los clubes asumen que han de pagar.
Lo que no está nada claro es que además de las consecuencias posteriores, los jugadores y sus entornos especulen y dosifiquen sus esfuerzos antes de jugar con sus respectivas selecciones.
En parte pensamos que eso planeó sobre el partido disputado contra el Éibar. Cuando tienes un jugador desganado, descentrado, apático... puedes capear el temporal, pero en este partido todo el equipo fue un auténtico desastre. Podría pensarse que las ausencias de pudieran tener una influencia importante en el juego desarrollado, no en vano Casemiro y Modric son hoy por hoy la esencia de este equipo. Pero en el Bernabéu y ante el Éibar se espera que al menos se tenga la vergüenza de esforzarse y poner algo de intensidad en el juego. Nada de eso hubo a lo largo del partido, especialmente en la primera mitad.
De ella no podemos decir nada, salvo constatar el aburrimiento y la falta de esfuerzo de casi todos los jugadores. Nos preguntamos dónde tenían la cabeza jugadores como Pepe, Varane, Kroos o Benzema.
En la segunda mitad se puso algo más de esfuerzo, pero sin demasiado orden y sentido. Solo algunas acciones meritorias de Bale o la movilidad que aportó Morata cuando salió en sustitución de Benzema dieron otro aire al encuentro. Si bien de nuevo se acordaron tarde todos, incluido el entrenador que incomprensiblemente se ha olvidado de su mejor revulsivo: Lucas Vázquez.
Empieza a preocupar que el equipo tenga una dependencia absoluta de Casemiro, porque en la plantilla no hay nadie que pueda hacer su labor. Aunque esto no debería suponer ningún problema para abordar un partido en casa y contra un equipo tan inferior a priori. Ya hemos dicho en muchas ocasiones que en el fútbol actual si no corres y te mueves es muy difícil ganar a casi nadie.
Y en esas estamos, cuatro empates consecutivos y empeorando, porque el último ha venido a resultar el más ignominioso. Nada aportó la alineación de Isco, perdiéndose en regates y conducciones excesivas, adentrándose en la banda cuando supuestamente debería conducir al equipo. Mala tarde de nuevo de Kroos, impreciso, poco activo y contrariado. Benzema no se supo de su participación hasta la sustitución por Morata que de nuevo aportó frescura al ataque. La salida de Asensio fue intrascendente. Así pues, Zidane no estuvo bien ni en la alineación con la presencia de Benzema que no está, ni en los cambios, tarde y mal, pues no parece que Asensio sea un jugador para revolucionar a un equipo dormido.
Insistimos, ¿cuántos jugadores tenían la mente en el terreno de juego este domingo? ¿Cuántos de ellos estaban pensando en los partidos que debían abordar con sus respectivas selecciones? Esto además empieza a ser tan real que hasta el entrenador del Barcelona decide la alineación pensando en que algunos de sus jugadores van a jugar con la selección correspondiente.
En cualquier caso, Zidane es responsable de que el equipo se descomponga defensivamente habitualmente y de que sin Casemiro sea una caricatura de equipo; sino también de que los jugadores no encuentren la motivación suficiente para emplearse a fondo en un partido en casa propia y después de tres empates consecutivos.
Esperemos que al virus PreFIFA no le suceda el FIFA, porque entonces el enfermo va a entrar en crisis grave. Veremos.
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