...Y llegó el día esperado. ¿Qué decir del partido? La verdad es que nos cuesta hacer un análisis de los partidos que vivimos con tanta intensidad y pasión. Estos componentes nos suelen distorsionar para realizar una visión equilibrada.
Yendo a ello, diremos que tras unos inicios mandando y asumiendo el control del juego, alguna ocasión muy clara hasta obtención del gol de Ramos; el equipo se fue replegando poco a poco hasta casi dejar de mirar a la portería contraria. Gran parte del partido se estuvo esperando al Atlético en propio campo, cediéndole la pelota y el terreno; lo que el equipo colchonero no parecía dispuesto a aprovechar, o al menos no quiso correr riesgo alguno y se cuidó muy mucho de no dejar su retaguardia al descubierto.
Así que la mayoría del tiempo transcurrió sin demasiados sobresaltos, porque ninguno de los dos equipos estaban dispuestos a correr riesgos. Unos, convencidos de que con el gol les bastaría para llegar al minuto noventa; y los otros, confiados en que en algún momento llegaría el empate. Estas cábalas en muchas ocasiones acaban por beneficiar al que viene por detrás: ambos lo sabían por propia experiencia en la final de hace tan solo dos años, aunque con los papeles cambiados.
Y en esta partida de ajedrez que planeaba por encima del juego y que lo condicionó absolutamente, llegó el gol del Atlético a falta de diez minutos. Justo lo que el Atlético quería, confiados en que la prórroga esta vez le iba a ser más venturosa. No en vano, varios jugadores blancos se encontraban con problemas físicos (especialmente Bale) y con los cambios agotados.
No fue así, en la prórroga solo el Madrid por momentos pareció dispuesto a acabar con la partida. Estuvo en las botas de Benzema, pero el francés no tuvo ayer su mejor noche y tiró al bulto en un mano a mano con Oblak. Así se llegó a la tanda de penaltis, que era lo que parece que quería Simeone, no solo por la intención demostrada por sus jugadores en el terreno de juego, sino por cómo salió a jalear a los aficionados al finalizar la prórroga. Quizá confiado en las dos tandas previas ganadas este curso. La suerte esta vez no le sonrió y el Madrid se proclamó campeón tras una impecable tanda culminada por un Cristiano que estuvo bastante gris toda la noche, pero que merecía poner el broche tras esas dieciséis dianas en la competición.
No fue una final muy brillante, pero sí épica por el destrozo físico que causó en muchos de los jugadores de ambos equipos (Filipe Luis, Carvajal, Bale, Koke...); porque se ganó frente a un equipo que se caracteriza por ser eso, un verdadero equipo; porque se logró en la tanda de penaltis. Particularmente pensamos que, de haber sido más ambicioso, el Madrid pudo haber sentenciado antes.
Aunque no dábamos un duro por este equipo hace tan solo unos meses, ahí está el premio gordo que como ya anunciábamos en la anterior entrada dejará todo en el olvido: nadie se acuerda de las Ligas que hizo el equipo que ganó la séptima, la octava o la novena; algunas de ellas bastante peores que la de este año.
Tiempo habrá para hacer un balance de la temporada y del "hombre tranquilo". Ahora toca disfrutarlo porque esto es presente: ¡Hala Madrid!
Yendo a ello, diremos que tras unos inicios mandando y asumiendo el control del juego, alguna ocasión muy clara hasta obtención del gol de Ramos; el equipo se fue replegando poco a poco hasta casi dejar de mirar a la portería contraria. Gran parte del partido se estuvo esperando al Atlético en propio campo, cediéndole la pelota y el terreno; lo que el equipo colchonero no parecía dispuesto a aprovechar, o al menos no quiso correr riesgo alguno y se cuidó muy mucho de no dejar su retaguardia al descubierto.
Así que la mayoría del tiempo transcurrió sin demasiados sobresaltos, porque ninguno de los dos equipos estaban dispuestos a correr riesgos. Unos, convencidos de que con el gol les bastaría para llegar al minuto noventa; y los otros, confiados en que en algún momento llegaría el empate. Estas cábalas en muchas ocasiones acaban por beneficiar al que viene por detrás: ambos lo sabían por propia experiencia en la final de hace tan solo dos años, aunque con los papeles cambiados.
Y en esta partida de ajedrez que planeaba por encima del juego y que lo condicionó absolutamente, llegó el gol del Atlético a falta de diez minutos. Justo lo que el Atlético quería, confiados en que la prórroga esta vez le iba a ser más venturosa. No en vano, varios jugadores blancos se encontraban con problemas físicos (especialmente Bale) y con los cambios agotados.
No fue así, en la prórroga solo el Madrid por momentos pareció dispuesto a acabar con la partida. Estuvo en las botas de Benzema, pero el francés no tuvo ayer su mejor noche y tiró al bulto en un mano a mano con Oblak. Así se llegó a la tanda de penaltis, que era lo que parece que quería Simeone, no solo por la intención demostrada por sus jugadores en el terreno de juego, sino por cómo salió a jalear a los aficionados al finalizar la prórroga. Quizá confiado en las dos tandas previas ganadas este curso. La suerte esta vez no le sonrió y el Madrid se proclamó campeón tras una impecable tanda culminada por un Cristiano que estuvo bastante gris toda la noche, pero que merecía poner el broche tras esas dieciséis dianas en la competición.
No fue una final muy brillante, pero sí épica por el destrozo físico que causó en muchos de los jugadores de ambos equipos (Filipe Luis, Carvajal, Bale, Koke...); porque se ganó frente a un equipo que se caracteriza por ser eso, un verdadero equipo; porque se logró en la tanda de penaltis. Particularmente pensamos que, de haber sido más ambicioso, el Madrid pudo haber sentenciado antes.
Aunque no dábamos un duro por este equipo hace tan solo unos meses, ahí está el premio gordo que como ya anunciábamos en la anterior entrada dejará todo en el olvido: nadie se acuerda de las Ligas que hizo el equipo que ganó la séptima, la octava o la novena; algunas de ellas bastante peores que la de este año.
Tiempo habrá para hacer un balance de la temporada y del "hombre tranquilo". Ahora toca disfrutarlo porque esto es presente: ¡Hala Madrid!