Antes del parón por el confinamiento, tachamos al equipo de desidioso por su comportamiento y actitud ante el Betis. Considerábamos entonces que el equipo había tirado la Liga en ese partido al que no compareció, probablemente por lo incierto de la situación del país. Recordemos que sólo unos días después se decretó el estado de alarma. "Desidia total" era el titular de la entrada del diez de marzo. Y es que en esa jornada se cedió la iniciativa al equipo rival que no atravesaba su mejor momento.
El regreso a la competición ha supuesto un cambio radical, pues de la supuesta desidia hemos pasado al compromiso absoluto de casi la totalidad de la plantilla. Quizás el modelo de competición exigido por las circunstancias haya sido un elemento decisivo a la hora de aunar los esfuerzos de un equipo que ha ido claramente a más después del parón.
Hay tres personajes claves en esta historia. Por un lado Zidane, porque es el máximo responsable de crear las condiciones y el clima que han desembocado en este triunfo; por otro lado, Sergio Ramos, por su aportación goleadora y de lideradgo; y por último, Benzema, por su esfuerzo, entrega y aportación goleadora imprescindible y decisiva.
Zidane volvió a lograr lo que parecía imposible al meter en la competición a un grupo de jugadores de edad no excesivamente avanzada, pero que lo han ganado todo (Kroos, Modric, Ramos, Benzema). Demostró a lo largo de este último tramo que es capaz de ir más allá de la función de gestor y animador de plantilla. Detecta al jugador que está en mejor estado de forma, tiene paciencia suficiente, a veces siendo injusto, para recuperar mediante la confianza en jugadores que no están al cien por cien (Isco, Asensio). Introduce variantes tácticas sorprendentes que suelen funcionarle, como la de jugar con cinco centrocampistas. Los cambios suelen darle resultado como revulsivo del equipo para los minutos finales... Y por supuesto, es un excelente gestor de la plantilla porque logra mantener a casi la totalidad de la misma en disposición de aportar su grano de arena.
Sergio Ramos ha ganado en ascendencia sobre la plantilla, se le ve ejercer el liderazgo con un compromiso indudable. A ello ha contribuido su aportación goleadora en todos los terrenos, pero también al mítico lanzador de penaltis en que se ha convertido: no recordamos cuándo falló el último.
Benzema ha venido a resultar el jugador imprescindible que todos esperábamos desde su llegada al equipo blanco. La sombra de Cristiano Ronaldo, y su inmadurez personal le impidieron explotar mucho antes. Hoy ha sabido adaptarse y asumir el rol de delantero que le corresponde; unas veces asistiendo, otras goleando, y otras sacrificándose en defensa hasta la extenuación. Es verdad que no es un delantero centro al uso, es verdad que no es un matador, es verdad que no es agresivo. Pero es verdad que sus goles fueron decisivos en muchos partidos y que esta Liga en buena parte se la debemos a él.
Ahora toca recuperar fuerzas y ver qué papel desempeñar en otro final de Liga de Campeones también alterado. Está muy difícil por la desventaja de la derrota en casa; pero también lo estaba la Liga. Veremos.
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