Es verdad que pretender que Zidane haga una rueda de prensa amena sobre cuestiones de tipo táctico es un imposible. Pero de ahí a convertir en objetivo prioritario "la cuestión Bale" hay un trecho del que los únicos responsables son los periodistas.
Y es que en un partido como el de ayer, tan interesante desde el punto de vista táctico. En un partido tan interesante como el de ayer por las variaciones en el juego que se experimentaron a lo largo del encuentro. En un partido tan interesante como el de ayer por las reacciones de uno y otro equipo al marcador y al vestuario...
Pues bien, con todo eso y mucho más para analizar y comentar con el entrenador, las tres primeras preguntas, más otras dos más en el transcurso de la rueda de prensa, van dirigidas a "la cuestión Bale".
Cabe por eso preguntarse qué clase de periodismo es este, hacia dónde caminamos por estos derroteros, qué conocimiento vamos a despertar en los oyentes o los lectores, dónde hemos decidido fijar o poner los focos en este oficio.
Ayer la Real Sociedad sometió al Madrid durante más de media hora gracias a un despliegue táctico en el terreno de juego espectacular. Y , ni el equipo, ni el entrenador encontraron una solución a los problemas que la presión adelantada realista le ocasionaba. El centro de campo del Madrid no podía o no sabía cómo operar, con un Modric y un Valverde casi desaparecidos. Sólo el empuje, más voluntarioso que otra cosa, del último cuarto de hora propició el empate; que junto al gol tempranero de la segunda mitad permitieron una remontada que no se veía por ningún lado.
La segunda mitad fue algo muy distinto porque los dos jugadores mencionados aparecieron de repente en posiciones más avanzadas y dieron pie a la victoria. Eso sí, con un Benzema incansable y efectivo, un Hazard que ya está en forma (lástima que tuviera que maniobrar tan lejos del área), y una nueva buena intervención salvadora de Courtois en los momentos puntuales. El Madrid dominó algo más el juego, se desplegó bien en el contragolpe, y generó más ocasiones de gol.
Todo el equipo ha subido un peldaño en su estado de forma, pero han de hacerse mirar los despistes del calibre del de Ramos en el primer gol donostierra, porque ante equipos más potentes físicamente (quizá este fue el origen del gran cambio experimentado en la segunda mitad) te puede costar el partido. Ahí viene el PSG el próximo martes como piedra de toque.
Entendemos y compartimos la pitada a Bale cuando salta al terreno de juego, no tanto que se prolongue durante el encuentro cada vez que toque la pelota. Se nos escapa en qué beneficia al equipo. El divorcio debe operarse cuanto antes en los despachos, pero mientras tanto parece que el entrenador lo necesita; por tanto, dejémosle actuar en el terreno de juego con tranquilidad. Y en todo caso, recriminar su falta de actitud cuando se produzca. No fue el caso de ayer, donde, por cierto, no estuvo nada mal. Más de la mitad del ruido que se armó ayer ha estado alimentado por los medios de comunicación, y lo comentado al inicio sobre la rueda de prensa lo deja meridianamente claro: lamentable.
La buena noticia es que el equipo parece estar mucho mejor y que el parón no ha influido en el juego del equipo en absoluto. Parece un buen momento para recibir al PSG. Veremos.
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