Disputar un trofeo a doble
partido prácticamente en la pretemporada no parece lo más juicioso, pues obliga
a los contendientes a aparecer en la misma con una preparación anticipada que a
la larga puede resultar perjudicial. Por más que el uno tenga un gran fondo de
armario que ha reforzado este curso, y el otro llegara a demostrar el pasado
que se puede mantener la tensión a lo largo de toda la temporada para asombro
de propios y extraños. Pero esta es la Supercopa y así está planteada: o la
tomas o la dejas, o la disputas o la afrontas como una preparación más.
Con una primera parte bastante
sosa y sin chispa alguna por parte del Madrid, salvo las acometidas de Bale que
no cuajaron en nada, merced a la
cobertura solidaria que preparó Simeone sobre el galés que en ocasiones era
rodeado de tres contrarios; fue en la
segunda parte, con la incorporación de James en primera instancia y sobre todo
Di María posteriormente, cuando se agitaron algo las aguas y se dispuso de
alguna oportunidad para ganar el partido.
En la primera, fue el Atlético el que gozó de las mejores oportunidades;
en la segunda, fue el Madrid quien lo
hizo: marcó un gol y se dejó marcar otro a balón parado.
A juzgar por lo visto ayer
pareció que los dos equipos reeditaron los esquemas de juego que tenían la
pasada temporada, con las variantes propias de las incorporaciones y bajas que
se han hecho. El Atlético cerró líneas a la espera de su rival, y el Madrid
atacó esa estructura sin éxito alguno a lo largo de todo el partido.
Con un Cristiano pegado a la cal e incapaz de encontrar la forma de
penetrar (luego sería sustituido por lesión), un Bale que mostró su potencial
desbordando por su banda, un Kross que dejó muestras de ser un excelente jugador
robando y pasando con solvencia siempre, un Modric algo falto de ritmo y un
gran Carvajal algo necesitado de oxígeno en las carreras hacia atrás; el Madrid
no pudo con un Atlético que tiene la lección bien aprendida.
Sorprende que la entrada de nuevos jugadores en el Atlético no hayan
alterado el sistema de juego en absoluto. Sabe cómo tiene que jugar al Madrid y
obtuvo de nuevo un resultado que, aunque
levemente, le pone en ventaja de cara a la resolución de esta Supercopa. A ello
contribuyó Ancelotti que se adaptó como un guante a los deseos del entrenador
argentino. Dejó en el banquillo a Di María que es el único jugador capaz de
"rajar" las defensas cerradas, junto a Marcelo. Ellos agitan las
aguas y crean superioridad numérica para los demás, como bien se demostró en la
segunda parte. Con Cristiano pegado a la banda, Marcelo no encontraba la forma
de desarrollar su juego, los espacios se le achicaban porque la defensa no tenía que ocuparse del portugués.
El Madrid cometería un gran error si dejara escapar a Di María por
varias razones, pero la fundamental es que es el jugador más desequilibrante
que tiene el equipo y Ancelotti le quiere y le necesita. Lamento coincidir con
Simeone, sobre todo porque se está acostumbrando a lanzar dardos en sus
declaraciones pre y post partido. Pretender aparecer como los
"pobres" que solo han podido gastar 95 millones de euros es patético,
y meterse con la alineación del entrenador rival es de muy mal gusto. ¿Estaremos
ante un discípulo de Mourinho?
De cualquier manera, Ancelotti debería buscar la forma de acometer
sistemas bien armados atrás, porque puede que muchos equipos jueguen a eso si
ven que da resultado, y porque como ya ocurriera la temporada pasada, los
enfrentamientos entre ambos pueden ser decisivos en cualquiera de las
competiciones, incluida la Liga.
Incluso
corriendo el riesgo de perder esta Supercopa, debería experimentar otra
fórmula. Debería tomarse este trofeo como una preparación para la larga
temporada que se inicia. Tal como está la Liga, es posible que se decida de nuevo en los enfrentamientos entre los tres "grandes" equipos.
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